En Bicicleta.

cuentos para soñar. cuentos para andar.


CRONOPIO


Miro hacia mi lado, que linda te ves, te diría todos los días que te amo y cuanto adoro decírtelo, mentiría cuando me preguntes si te quiero para luego decirte que te adoro, te besaría en el cuello para luego subir por tu mejilla y terminar en tus labios rojos y mientras ambos nos abrazamos desnudos te susurraría en el oído, contigo el tiempo dejaría de andar y los años serían pura ilusión.
Lamentablemente jamás sabré tu nombre, ni tu edad, si prefieres el helado de vainilla o el de chocolate, jamás sabré si veo luces o reflejos porque no puedo escapar de acá y tú no puedes verme de allá.

COGOTES DE POLLO.

Hay tres ventanas, están abiertas y no se ven pájaros volando. El cielo está anaranjado. En la cocina se acumulan cogotes de pollo, también en las calles."Creo que se acaba el mundo", me dijo Marta, la vieja loca de al lado, “hay que gritar, -le contesté-. Hasta que nuestras gargantas se sequen, y duela”. Quizás ahí se pueda hacer alguna cosa. Por ahora, tengo que limpiar mi cocina. Afuera hay un calor de mierda y está todo podrido.

INSTRUCCIONES DEL DIABLO A UN CONDENADO

Reza a la luz de una hoguera. Puedes hacerlo, tienes ciertos privilegios. Serás vigilado, pero nadie debe temerle a una oración. No aceptes compañía, tú estás solo en este cuento. La compañía es una ilusión tonta de la soledad. Además, los sacerdotes no tienen poder sobre el más allá. Y si lo piensas, tampoco en el más acá de tu celda.

Procura asearte y verte bien. Tú barba, aféitala. Los dientes, límpialos. Come algo ligero, tu cuerpo no tiene por que sufrir los rigores de tu pecado. Cuando estés frente a los fusileros, no hagas las boberías normales. Nómbrese: encender un cigarrillo, llorar lastimosamente, insultar la ley, maldecir a los concurrentes. En fin, cualquier cosa que ensucie el acto. Preséntate con hidalguía, recuerda que es tu muerte. Y déjale a la justicia el debate que si es válido compensar con tu muerte a la otra muerte que provocaste. Un consejo de amigo: no pienses en tu crimen. Morir ya será suficiente sacrificio.

Lo último. No te preocupes cuando pases el umbral, te estaré esperando y verás que será fácil, porque yo haré, en ese momento, que tu condena recién comience.

OSCURO

Cuando se fue la luz se nos murió de angustia el gallo, en lo que al parecer era la antigua noche. No se escuchan pasos en las calles, más bien solo gritos y lamentaciones. Los ciegos ya se marcharon y nadie sabe donde. Ya no corren niños ni tampoco los caballos (a veces se sienten las ratas cerca de los pies). Los infelices se ríen por primera vez y los disparos hace algunos días dejaron de ser recurrentes.

¿Por qué se fue la luz? Se preguntan en los templos, y que rezan cualquier cosa para mantener la ya perdida esperanza. En el silencio se oye el sonido de mandíbulas, huesos y líquido. A lo lejos se siente venir un estruendo de murciélagos. ¿Cuánto quedará? Te pregunto.

Lo único que con seguridad sé, es que mis ojos van a desaparecer. Así solamente me conformaré con tu aroma y piel, hasta el final. Hasta que se nos invierta el cuerpo y nos toquemos con nuevas pieles que van a convertirse en una tela pálida y delgada, que se nos rajará al tocarnos con lo que nos quede de deseo.

Pero sabes, creo que por un lado somos muy afortunados, ya que no veremos como nos magulla el tiempo ni tampoco nos iremos quedando ciegos, ya que cuando veamos una luz brillante y única tendrás la seguridad que te has muerto.

EL VENDEDOR

Este es el cuento que debió haber ganado el concurso "Santiago en 100 Palabras", debe de estar arreglado.

El vendedor esta ahí: explicando todos los beneficios que solo él puede garantizar. Mueve rápidamente las manos, ojos y labios en su gran ritual.

Vive en una pieza cerca de Marta, la vieja loca. Por las noches, planea magníficas estrategias; en sus domingos, vende deseos. Ya vendió los suyos y no le quedan casi recuerdos (debió venderlos durante el verano).

Cuando lo observo detalladamente me doy cuenta de lo viejo que está: espalda curvada, ojos saltones, olvidadizo. Y al tocar su piel débil y áspera es finalmente cuando descubro lo buen vendedor que es ¡Si hasta su cuerpo me ha vendido!.




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